Fundamentos de la Fe Ortodoxa

Obispo Alejandro (Mileant)

Fuente: https://www.fatheralexander.org/booklets/spanish/fundamentos_de_la_fe.htm

El Símbolo de la Fe

EL SÍMBOLO DE LA FE (el Credo) es una oración en la cual están presentadas, con breves pero exactas palabras, las verdades fundamentales de la fe ortodoxa.

El hombre sin fe es comparable a un ciego. La fe le permite al hombre obtener el conocimiento espiritual, que le ayuda a ver y comprender la esencia de lo que pasa a su alrededor, la razón de la creación, la finalidad de la existencia, lo que es correcto y lo que no lo es, hacia donde debe orientarse, etc.

Informe histórico

DESDE LOS ANTIGUOS tiempos apostólicos, los cristianos utilizaban los llamados “símbolos de la fe” (o credos) para recordar las más importantes verdades de la fe cristiana. En la antigua Iglesia existían varios símbolos de fe sucintos, expresados de manera breve, concisa y precisa. En el siglo IV, cuando aparecieron las falsas doctrinas acerca de Dios Hijo y el Espíritu Santo, se suscitó la necesidad de completar los símbolos de antaño.

El Símbolo de la fe que estamos tratando fue compuesto por los Padres del Primer y Segundo Concilio Ecuménico (universal). En el Primer Concilio Ecuménico fueron redactados los siete primeros artículos de este Símbolo, y en el segundo, los cinco restantes. El Primer Concilio Ecuménico tuvo lugar en Nicea en el año 325 de la era cristiana, con el fin de afirmar la verdadera doctrina acerca del Hijo de Dios en contraposición a la falsa doctrina de Arrio, que sostenía que el Hijo de Dios fue creado por Dios Padre. El Segundo Concilio Ecuménico fue celebrado en el año 381 en Constantinopla para afirmar la doctrina verdadera del Espíritu Santo en contraposición a la falsa doctrina de Macedonio, que había rechazado la divina dignidad del Espíritu Santo. De acuerdo con los nombres de las dos ciudades en las cuales se reunieron los Padres del Primer y Segundo Concilio Ecuménico, el Símbolo lleva en nombre de Niceo-Constantinopolitano.

El Símbolo de la fe se divide en 12 artículos. En el primer artículo se habla de Dios Padre; desde el segundo hasta el séptimo artículo se habla de Dios Hijo; en el octavo artículo, de Dios Espíritu Santo; en el noveno, de la Iglesia; en el décimo, del bautismo y finalmente, los artículos undécimo y duodécimo expresan la resurrección de los muertos y la vida eterna.

El texto del Credo

CREDO
(Símbolo de la Fe Niceo-Constantinopolitano)


1. Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra, y de todo lo visible e invisible.
2. Y en un solo Señor Jesucristo, Hijo Unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos; Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, nacido, no creado, consubstancial al Padre, por quien todo fue hecho.
3. Quien por nosotros los hombres y para nuestra salvación, descendió de los cielos, se encarnó del Espíritu Santo y María Virgen y se hizo hombre.
4. Y fue crucificado por nosotros, en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado.
5. Y resucitó al tercer día, según las Escrituras.
6. Y subió a los cielos y está sentado a la diestra del Padre.
7. Y otra vez vendrá con gloria a juzgar a los vivos y a los muertos, y su Reino no tendrá fin.
8. Y en el Espíritu Santo, Señor, Vivificador, Quien procede del Padre*, que con el Padre y el Hijo es juntamente adorado y glorificado, que habló por los Profetas.
9. Y en Una Iglesia, Santa, Católica** y Apostólica.                                             

10. Confieso un solo bautismo para la remisión de los pecados.
11. Espero la resurrección de los muertos.
12. Y la vida del siglo venidero. Amén.

 * La Iglesia Católica Romana ha agregado al Artículo 8 del Credo: “Y en el Espíritu Santo, el Señor Vivificador, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo es juntamente adorado y glorificado, que habló por los Profetas”, que está marcado aquí en rojo. La Iglesia Ortodoxa ha declarado herética esta adición.

** El adjetivo “católico” es de origen griego. En griego, “católicos” significa “universal, ecuménico”. El texto español del Credo dice lo mismo que el búlgaro: “En una Iglesia santa, católica (es decir ecuménica o universal) y apostólica.”

La Iglesia católica se ha apropiado del nombre de “católica” porque así destaca su carácter universal, o ecuménico,  pero esto no la hace ni más universal ni más verdadera que la Iglesia Ortodoxa, porque la Iglesia de Cristo es una sola.

¿En qué creemos conforme con el Símbolo?

INICIAMOS EL SÍMBOLO con la palabra “creo,” porque el contenido de nuestros conceptos religiosos no se basa en la experiencia exterior, sino en la aceptación de las verdades divinas reveladas, ya que los objetos y fenómenos del mundo espiritual no pueden verificarse por medios de laboratorio, ni comprobarse con recursos de la lógica: entran en la esfera de la experiencia religiosa personal del hombre. Sin embargo, cuanto más crece el hombre en la vida espiritual, por ejemplo rezando, pensando en Dios o haciendo obras buenas, más se desarrolla en él la experiencia espiritual interior y con tanta mayor claridad se le manifiestan las verdades religiosas. De esta manera la fe se hace para el hombre creyente el objeto de su experiencia personal.

Creemos que Dios es la plenitud de la perfección: es el espíritu perfectísimo que no tiene ni principio ni fin, eterno, todopoderoso y sapientísimo. Dios está presente en todas partes, lo ve todo y sabe de antemano lo que va a ocurrir. Es infinitamente bueno, justo y santísimo. No tiene necesidad de nada y es la causa raíz de todo lo existente.

Creemos que Dios es uno esencialmente y Trinitario en Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo – Trinidad consubstancial e indivisible. El Padre no nace ni procede de las otras Personas de la Santísima Trinidad; el Hijo ha nacido antes de la eternidad por el Padre; el Espíritu Santo, antes de la eternidad, procede del Padre.

Creemos que todas las Personas o Hipóstasis de Dios son iguales entre sí en divinidad, perfecciones, majestad, poder y gloria, es decir, creemos que Dios el Padre es verdadero Dios todo perfecto, y Dios el Hijo es verdadero Dios todo perfecto, y Dios el Espíritu Santo es verdadero Dios todo perfecto. Por eso, en nuestras oraciones glorificamos simultáneamente al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como un solo Dios.

Creemos que todo el mundo visible e invisible fue creado por Dios. Al principio Dios creó el mundo invisible angélico, llamado en la Biblia “firmamento” o “cielo”, y luego el nuestro, mundo material o físico (según la Biblia, “la tierra”). El mundo físico fue creado por Dios de la nada, pero no repentinamente sino de un modo gradual en períodos denominados en la Biblia “días”. Dios creó el mundo no por obligación o necesidad, sino por su Beneplácito, para que  otras seres creados por Él puedan disfrutar de la vida. Siendo infinitamente bueno, Dios ha creado todo bueno. El mal ocurre en el mundo debido al uso de la libre voluntad, con la cual Dios ha dotado a los ángeles y a los hombres. Por ejemplo, el diablo y los demonios fueron una vez ángeles buenos, pero se rebelaron contra Dios y voluntariamente se convirtieron en espíritus malignos. Estos desobedientes ángeles convertidos en demonios fueron expulsados del Paraíso y formaron su tenebroso reino llamado Infierno. Desde aquel entonces incitan a la gente al pecado y son los enemigos de nuestra salvación.

Creemos que Dios sostiene todo en su poder, es decir Él gobierna todo y lo dirige hacia un buen propósito. Dios nos quiere y cuida de nosotros como una madre a sus hijos. Por consiguiente no podrá ocurrirle nada malo al hombre que se encomienda a Dios.

Creemos que el Hijo de Dios, Nuestro Señor Jesucristo, descendió del Cielo a la tierra y se encarnó por el Espíritu Santo y la Virgen María. Él, siendo Dios eterno, en la época del rey Herodes adoptó nuestra naturaleza humana, con alma y cuerpo, y por lo tanto es al mismo tiempo Dios verdadero y Hombre verdadero, o sea Dios-Hombre. Él, une las dos naturalezas, la Divina y la humana, en una sola Persona Divina. Estas dos naturalezas permanecerán para siempre en Él sin experimentar ningún cambio, sin fusionarse ni transformarse una naturaleza en otra.

Creemos que Nuestro Señor Jesucristo, al vivir en la tierra, iluminó al mundo con Su doctrina, ejemplo y milagros, es decir, que enseñó a los hombres en qué deben creer y cómo deben vivir para heredar la vida eterna. Con sus oraciones dirigidas al Dios Padre, por el cumplimiento absoluto de Su voluntad, con Su pasión y muerte en la Cruz venció al diablo y redimió al mundo del pecado y de la muerte. Mediante su resurrección de entre los muertos, Él puso los cimientos de nuestra resurrección. Al ascender al Cielo con Su cuerpo, lo que ocurrió al 40 día después de Su resurrección, el Señor Jesucristo se sentó a la derecha de Dios Padre, es decir que asumió como Dios-Hombre la misma autoridad que Su Padre, y desde aquel entonces dirige el destino del mundo juntamente con su Padre.

Creemos que el Espíritu Santo, al proceder de Dios Padre (solamente), desde el principio de la creación, junto con el Padre y el Hijo, otorga existencia a las criaturas, les da vida y las guía. Él es la fuente de la vida espiritual de la gracia, tanto para los ángeles como para los hombres; y a Él se le debe gloria y adoración conjuntamente con el Padre y el Hijo. En el Antiguo Testamento el Espíritu Santo habló por medio de los profetas, luego, en el principio del Nuevo Testamento, habló por los apóstoles, y en la actualidad actúa en la Iglesia de Cristo, instruyendo en la verdad a sus pastores y a todos los cristianos ortodoxos.

Creemos que Jesucristo, para la salvación de todos los que creen en Él, fundó la Iglesia en la tierra enviando el Espíritu Santo a los Apóstoles en el día de Pentecostés. Desde aquel entonces el Espíritu Santo permanece en la Iglesia, en esta sociedad de gracia o unión de los creyentes cristianos, y la guarda en la pureza de la doctrina de Cristo. Además, la gracia permanente del Espíritu Santo en la Iglesia, purifica a los que se arrepienten de sus pecados, ayuda a los creyentes para que tengan éxito en sus buenas obras y los santifica.

Creemos que la Iglesia es Una, Santa, Católica (Universal, conciliar o ecuménica) y Apostólica. Es Una porque todos los cristianos ortodoxos, aunque pertenezcan a diferentes iglesias locales nacionales, constituyen una sola familia junto con los ángeles y los santos del Cielo. La unidad de la Iglesia se construye sobre la unidad de la fe y de la gracia. La Iglesia es Santa porque sus fieles hijos se santifican por la palabra de Dios a través de la oración y los Santos Sacramentos. La Iglesia se denomina Católica (Universal, conciliar o ecuménica) porque está destinada a los hombres de todos los tiempos y nacionalidades. La Iglesia se llama Apostólica, porque conserva la doctrina de los apóstoles y la sucesión sacerdotal apostólica que se transmite incesantemente sin interrupción desde los tiempos apostólicos hasta nuestros días de obispo a obispo en el Santo Sacramento de la Ordenación – Sacerdocio. La Iglesia, según la promesa de nuestro Señor y Salvador, permanecerá invencible para los enemigos hasta el fin del mundo.

Creemos que en el Sacramento del Bautismo se perdonan al creyente todos sus pecados y que por medio de este Sacramento, el creyente se convierte en miembro de la Iglesia. Al que es recibido, al que entra en la Iglesia, se le abre el acceso a sus otros sacramentos salvadores. Así, en el Sacramento de la Confirmación (Crismación o el bautismo con el Espíritu Santo, la unción con el óleo) se proporciona al creyente la gracia del Espíritu Santo; en el sacramento del Arrepentimiento (Penitencia o Confesión) se da el perdón de los pecados cometidos en la edad adulta después del Bautismo; en el sacramento de la Comunión, celebrado durante la Santa Liturgia, también llamada Eucaristía (acción de gracias), los fieles comulgan, es decir reciben el verdadero Cuerpo y Sangre de Cristo; en el Sacramento del matrimonio se establece la bendita e inseparable unión entre el hombre y la mujer; en el sacramento del Sacerdocio, se ordenan los ministros de la Iglesia: diáconos, sacerdotes y obispos; y en el Sacramento de la Consagración de aceite (Oleo santo o Unción, que se realiza con 7 sacerdotes, o, de no ser posible, con la cantidad que haya) se administra la curación de las enfermedades espirituales y físicas.

Creemos que al final del mundo, acompañado por los ángeles, Jesucristo volverá a la tierra con gloria. Entonces, según sus palabras,  todos resucitarán de entre los muertos, es decir, que tendrá lugar un milagro por el cual las almas de los muertos volverán a los cuerpos que tenían antes de morir, y todos los muertos volverán a la vida. Durante la resurrección universal, los cuerpos de los justos, tanto de los resucitados como de los vivos, se renovarán y se espiritualizarán a imagen del cuerpo de Cristo resucitado. Después de la resurrección, todos los hombres comparecerán ante el juicio de Dios, de modo que cada uno recibirá la retribución conforme con los actos realizados mientras vivía en su cuerpo, buenos o malos. Después del juicio, los pecadores no arrepentidos pasarán al eterno suplicio, mientras que los rectos pasarán a la vida eterna. De esta manera comenzará el Reino de Cristo que no tendrá fin.

Con la palabra final “Amén” testimoniamos que aceptamos de todo corazón la confesión citada de la fe ortodoxa, la cual consideramos verdadera.

El Símbolo de la fe, El Credo es leído por la persona que  recibe el Santo Bautismo (catecúmeno) durante la celebración del Santísimo Sacramento. En el caso del bautismo de un niño es leído por el padrino. Además, el Símbolo de la fe se canta en el templo durante la Santa Liturgia, y se debe leer diariamente durante las oraciones matutinas. La lectura atenta del Símbolo de la fe tiene una gran influencia sobre nuestra fe. Esto sucede porque el Credo no es una simple confesión de fe, sino una oración. Pronunciando con ánimo de oración la palabra “creo” y las demás palabras del Credo, revivimos y fortalecemos nuestra fe en Dios y en todas las verdades que contiene. Precisamente por eso es tan importante para los cristianos ortodoxos leer diariamente o cuando menos regularmente el Símbolo de la fe.

Fuente: https://www.fatheralexander.org/booklets/spanish/fundamentos_de_la_fe.htm